En muchas ocasiones los empresarios se plantean ¿cómo puede crecer mi empresa y hacia donde me puedo dirigir?

Independientemente de que sea una decisión estratégica, tiene que ser, también, una decisión prudente, meditada y consensuada con el entorno.

Más allá de la ambición lógica que todo empresario debe tener, el principio fundamental en el que se debe basar son los recursos de los que dispone y, a continuación, plantearse los objetivos a los que aspira. De nada sirve ser muy ambicioso si no tenemos los medios para conseguir nuestras metas.

Por eso, antes de pensar en unos objetivos, recomendaría que pensásemos, exactamente, con que medios disponemos para llegar a ellos y que la realidad, luego, no nos juega una mala pasada.

No se trata de desilusionar, se trata de poner los pies en el suelo para así evitar problemas futuros y males mayores.

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